Breve historia

A pesar de la aparente juventud del jazz, su historia se remonta a siglos antes de la aparición del primer disco. El jazz es un encuentro de la tradición musical africana y la europea, surgido de la llegada de esclavos a Estados Unidos desde principios del siglo XVII procedentes, en su mayoría, de las regiones africanas occidentales próximas al golfo de Guinea.

Las primeras manifestaciones musicales afroamericanas eran mezcla de tres elementos: las músicas de carácter religioso y seglar propias traídas de África, la tradición instrumental de las orquestas estadounidenses, en especial las bandas militares, y las formas y armonías de la música europea. La improvisación creativa sobre este material es ya un componente esencial de estas primeras manifestaciones en contraposición a la música compuesta por los blancos.

Esclavos afroamericanos en una plantación bailando al son de diversos instrumentos

A principios del siglo XIX, la religión cristiana impuesta a los esclavos por sus amos, fusionada con la tradición africana en la forma de abordar las melodías, daría lugar al gospel o espiritual. Al finalizar la guerra de Secesión, muchos de los esclavos liberados tomaron la música como forma de vida y muchos de ellos consiguieron ganarse el pan en pequeñas bandas contratadas para tocar en funerales.

Por otra parte, las canciones de plantación propias de las granjas rurales y otras formas de expresión generadas en los guetos negros urbanos, serían la base de uno de los grandes pilares de la música afroamericana: el blues, una estructura de doce compases que alterna tres acordes, utilizando las llamadas 'blue notes' (alteraciones de la tercera y la séptima nota). El blues se asocia a estados emocionales marcados por la depresión, expresando problemas relacionados con la pobreza, la opresión o las disputas familiares. Más que simplemente un estilo de música, "blues is a feeling", tal como lo definen los propios cantantes del género. Sus pioneros, Big Bill Bronnzy, Sonny Boy Williamson o Leroy Clark, entre otros, fueron auténticos arquitectos de todo un lenguaje musical con un universo poético propio.


De esta forma, el gospel, el blues, los minstrels (espectáculos paródicos sobre la vida de los negros en Estados Unidos) y, algo más tarde de la mano de Scott Joplin, el ragtime, crearon el caldo de cultivo sobre el que surgiría el jazz.

La primera grabación de jazz se efectuó en enero de 1917, cuando un grupo de músicos blancos llamado The Original Dixieland Jass Band grabó Darktown Strutter's Ball e Indiana. Sin embargo, la música se consideró demasiado revolucionaria para la época y no llegó a publicarse; dos meses después la ODJB volvió a grabar y esta vez tuvo un gran éxito con dos nuevos temas: Livery Stable Blues y The Original Dixieland One Step.

Original Dixieland Jazz Band

Uno de los primeros músicos en darse cuenta de que nacía una nueva música fue Jelly Roll Morton, quien se permitió autoproclamarse como el inventor del jazz. Sin embargo, junto a él, otros músicos como King Oliver, Sidney Bechet, el mismo Louis Armstrong o Buddy Bolden fueron auténticos pioneros del género. De hecho, se considera a éste último, cornetista y director musical que en 1895 animaba salas de baile en Nueva Orleans, como el primer músico que tocó jazz.

Aunque Nueva Orleans era un auténtico hervidero musical debido a su situación geográfica y a sus enormes influencias culturales, pronto los grupos de jazz comenzaron a emigrar a otras ciudades como Nueva York o Chicago, encontrando refugio en los locales de los traficantes de alcohol durante los primeros años veinte. Y fue en Chicago donde el estilo primigenio de Nueva Orleans empezó a alejarse de la música de pasacalle o de marcha tan característico de aquella ciudad. En 1923, King Oliver a la cabeza de su Creole Jazz Band, de la que ya formaba parte Louis Armstrong, o la orquesta de Jelly Roll Morton grabaron algunos discos que anunciaban la llegada del jazz tradicional.

Jelly Roll Morton

Por su parte, Nueva York veía el nacimiento de otra gran banda, los Blue Five del pianista Clarence Williams, entre los que se encontraba el saxofonista Sidney Bechet y a la que se uniría también Armstrong en 1924 poco antes de formar su propia banda, los Hot Five. También en Nueva York surgía una nueva corriente: los arreglos para gran orquesta. En 1921, Fletcher Henderson grabó ya con una formación de once músicos, contando de nuevo con la trompeta solista de Louis Armstrong, cuya estela empezaron a seguir otros artistas de gran calibre como Bill Coleman, Buster Bailey, Eddie Condon o Coleman Hawkins.

A partir de la segunda mitad de los años veinte, el jazz conoció momentos de gran esplendor. Al frente de los Hot Five primero y de los Hot Seven después, Louis Armstrong impuso la expresión personal del solista frente a la improvisación colectiva característica de Nueva Orleans, dando así un gran paso en la evolución del jazz.

Al final de la década de los veinte, irrumpió en los escenarios la orquesta de Duke Ellington con músicos de la talla de Johnny Hodges o Cootie Williams, anunciando una nueva revolución en el mundo jazzístico al alejarse de la tendencia general e imponer su sello personal en temas de su propia composición como Echoes of the Jungle o The Mooche. Asímismo, orquestas como las de Cab Calloway, Benny Carter, Jimmy Lucenford o Count Basie empezaron a gozar de un auge imparable. De ellas surgieron músicos de una enorme originalidad como Don Byas, Roy Eldridge, Teddy Wilson o Lionel Hampton por citar algunos.

Otras figuras a destacar de aquella época fueron el pianista Art Tatum, con su escalofriante velocidad, y el pianista y cantante Fats Waller que, con su exhuberante sentido del humor, aportó al jazz temas tan conocidos como Ain't Misbehavin' o Honeysuckle Rose.

El crac económico de 1929 y la depresión económica norteamericana afectó a numerosos músicos y fueron muchos los artistas que empezaron a desplazarse a Europa en busca de trabajo. A diferencia de los Estados Unidos, en Europa se veía el jazz como un signo de 'modernidad' y los escenarios de las salas de baile se vieron sustituidos por las salas de concierto, surgiendo así los primeros 'hot clubs'. Contagiados por la presencia de músicos como Coleman Hawkins o Sidney Bechet, empezaron a aparecer en Europa numerosas formaciones, de las cuales la más importante fue el Quinteto del Hot Club de Francia, liderado por el guitarrista Django Reinhardt y el violinista Stéphane Grappelli.


The Hot Club of France - J'attendrai (1939)

Con la derogación de la prohibición del alcohol en Estados Unidos en 1933, el jazz empezó a perder el calificativo de música marginal que le había acompañado hasta entonces. El swing ganó un enorme protagonismo y orquestas como la de Benny Goodman empezaron a incluir músicos negros en sus formaciones, dando lugar a lo que se conoce como "mainstream", época intermedia entre el jazz tradicional y el jazz moderno. Fue el momento de la aparición de talentos como el saxofonista Lester Young y las cantantes Ella Fitzgerald y Billie Holiday.

Cuando en 1941 Estados Unidos entró oficialmente en guerra, una buena parte de los músicos de jazz se vieron obligados a colaborar con bandas del ejercito y a grabar los llamados 'V Disc', destinados al esparcimiento de la tropa. En Europa, por su parte, el jazz perdía auge al ser considerado como una música "degenerada" por parte de los nacionalsocialistas.

Debido a la influencia de la guerra en su vida profesional y a las ansias de innovación de los músicos más jóvenes, la primera década de los años cuarenta vió cómo se empezaban a desarrollar conceptos que iban más allá de la música de swing. Una nueva generación de músicos daba los primeros pasos hacia una nueva transformación en el lenguaje del jazz. Así, el saxofonista Charlie Parker y el trompetista Dizzy Gillespie fueron los fundadores principales de un nuevo estilo llamado bepob o bop, cuya característica principal era introducir el tema rápidamente para luego iniciar las improvisaciones. Grandes figuras como Thelonious Monk, Max Roach, Charlie Mingus o Miles Davis adoptaron este nuevo estilo explorando armonías y ampliando los registros sonoros. En el terreno vocal, Sarah Vaughan se convertiría en la cantante emblemática del bebop.


Con la llegada de los años cincuenta, el panorama de géneros y estilos no podía ser más esperanzador. Lo que en su día parecían simples modas terminaron por convertirse en estilos con un valor en sí mismos. Músicos blancos de la costa oeste como Gerry Mulligan, Stan Getz o Chet Baker rehuían el aspecto más explosivo del bebop, adoptando una estética más apaciguada de tonos y arreglos más suaves, a la que se aplicaría el nombre de cool jazz. También fueron los años de las magníficas colaboraciones entre Miles Davis y Gil Evans. Algunos de los músicos surgidos del bebop, Lou Bennet o Jimmy Smith entre otros, empezaron a cultivar el funk. El rhythm and blues, por su parte, vivía un espléndido momento con la aparición de figuras como Ray Charles o Etta James.

Durante los años sesenta, el jazz, instalado en los clubs y en el circuito incipiente de los festivales internacionales, fue objeto de un nuevo movimiento revolucionario que alteraba de forma radical todos los principios musicales que habían regido hasta entonces la improvisación: el free jazz o avant garde. Reivindicando una música ajena al servilismo hacia el público blanco, músicos como Albert Ayler, Ornette Coleman o Cecil Taylor subvertían el orden estético, reflejando así las convulsiones que sacudían igualmente a la sociedad norteamericana, cuando movimientos políticos y sociales adquirían cada vez mayor dimensión con líderes como Martin Luther King y Malcolm X. Sin embargo, este discurso musical que dotaba a los músicos de una completa libertad para crear cualquier sonido que les pareciera adecuado, encontró un lógico muro de incomprensión en el público que les llevó a abandonar progresivamente ese callejón sin salida y a orientarse hacia la profundización de las raíces afroamericanas, consiguiendo frutos más provechosos y obras de gran belleza.

Hasta los últimos años de la década de los sesenta, el jazz y el rock mantuvieron caminos separados, pero el surgimiento del teclado electrónico dio lugar a una nueva experimentación. Miles Davis, que ya había innovado en el bop y en el cool jazz, dio un nuevo giro de tuerca con su primer disco eléctrico, In a Silent Way, marcando así lo que se dio en llamar jazz rock o fusión. Esta fue la tendencia que marcó los años setenta y a la que se apuntaron músicos como Wayne Shorter y Joe Zawinul - creadores del grupo Weather Report -, Herbie Hancock, Chick Corea y su grupo Return to Forever o John McLauglin - al frente de la Mahavishnu Orchestra. Mientras en Estados Unidos proliferaban los festivales masivos de rock como los de Monterrey o Woodstock, en Europa el jazz adquiría tintes intelectuales y era interpretado en salas de concierto selectas.

Miles Davis

La década de los setenta vería la muerte de algunos de los grandes maestros del jazz de todos los tiempos como Armstrong o Ellington. Pero estos años también fueron testigos del surgimiento de nuevas formas como la salsa neoyorkina - heredera de la tradición afrocubana de los primeros músicos latinos - o el funk de George Clinton. Los sonidos de los instrumentos evolucionaron de forma espectacular al tiempo que las técnicas progresaban con una enorme rapidez. Pese a lo que muchos llegaron a augurar, los años setenta no significaron, ni mucho menos, el declive del jazz, sino una nueva etapa en la que se confirmaba la tendencia a la diversificación de estilos.

Los ochenta fueron una época de reconocimeinto para el jazz: en Estados Unidos, Miles Davis era invitado a la Casa Blanca; en Francia, se condecoraba a los músicos; e incluso en España, el gobierno subvencionaba giras y conciertos. Davis, tras una larga ausencia sorprendía con su album Decoy regresando a los escenarios rodeado de jóvenes músicos como Bob Berg o John Scofield. Mientras algunos como John McLaughin, Carla Bley o Michael Brecker seguían tras la pista de la vanguardia, otros como Wynton Marsalis optaban por rendir tributo al pasado y acudir a épocas anteriores al bop para inspirarse. Por su parte, Joe Bowie, trombonista del free jazz y hermano pequeño de Lester Bowie, presentaba no sin cierto revuelo a su grupo Defunkt, y los M-Base de Steve Coleman creaban un collage de influencias que comprendían desde Charlie Parker hasta George Clinton.

Los años noventa significan la consolidación definitiva del jazz tras un siglo de evolución constante. Las etiquetas surgidas durante este tiempo - blues, gospel, Nueva Orleans, dixieland, swing, bebop, cool, free, latin jazz, fusión, etc... - no se han quedado en meras modas pasajeras, sino que siguen activas de la mano de nuevos músicos. Saxofonistas como Brandford Marsalis o John Zorn, cantantes como Cassandra Wilson, trompetistas como Roy Hardgrove o pianistas como Terence Blanchard dan buena prueba de ello. El retorno del funk de la mano de Herbie Hancock o Maceo Parker también ha supuesto en los últimos años una revitalizante corriente de jazz. El concepto de jazz se ha universalizado y, desde el blues hasta el rap, la música afroamericana mantiene viva su tradición y prosigue, día a día, su camino hacia el futuro.


Maceo Parker con Nils Landgren en 1994